lunes, 20 de marzo de 2017

Reflexionar sobre las emociones

U.D.2ª
Reflexionar sobre las emociones que identificamos de forma más habitual en nosotros y en las relaciones que establecemos con los demás. Tu reflexión puedes crearla en diferentes formatos: como un texto, un mapa mental o conceptual, una imagen, una presentación, etc. Escoge la herramienta que te sea más cómoda.
Puedes utilizar alguna de las siguientes herramientas o cualquier otra que sea de tu interés y sirva para este fin.
·         Mapas mentales: Mind42, PoppletMindomo
·         Infografías: Piktochart, Canva
·         Presentaciones: PreziGenial.ly
·         Vídeos: Powtoon, VideoScribe
Realiza una entrada en tu portfolio expresando las principales conclusiones a las que has llegado. No es necesario que lo expongas en primera persona, puedes extrapolar el análisis a situaciones más genéricas.
Comparte tu trabajo con el resto de tus compañeros/as a través de las redes sociales del curso: grupo de Facebook y/o Twitter, bajo el hashtag #InteliMooc.
Reflexión de esta actividad
En el PPT he presentado en cinco sesiones cómo una persona puede ir descubriendo sus emociones. En cada una de ellas, se va profundizando en las distintas emociones que vamos experimentando con el fin de ir aceptando las emociones, sean las que sean.
No existen emociones buenas ni malas, sólo emociones fuera de lugar o contexto. En todo caso, lo que hay son emociones que nos hacen sentir mejor o peor, que nos gustan más o menos, o que nos ayudan o perjudican al conseguir nuestras metas o cuidar relaciones. Lo que está claro es que, llegado el momento de sentir una emoción desagradable, esto ocurre porque nuestra psique lo necesita, necesita liberar esa energía que debe de salir de algún modo, es decir, en forma de tristeza, ira, frustración, miedo…, así hay que aceptarlas como buenas en ese momento. Pero nunca hay que reprimirlas sin más pues, de lo contrario, esa tensión saldrá de otro modo o, lo que es peor, tendrá consecuencias físicas y mentales negativas para nosotros.
Por tanto, nos tenemos que  preguntar la razón de por qué nos estamos  sintiendo así por una u otra emoción, reconocerlas, aceptarlas  y comprometernos a gestionarlas de modo adecuado para que no nos afecten ni a nosotros ni a los demás.
Por ejemplo, situación: una persona se encuentra por la calle con una amiga muy querida que hace que no veía mucho. En nuestro pensamiento, lo primero que pasa por nuestra mente es ¡Qué bien!, ¡Qué bien!, ¡Qué casualidad!, ¡Qué guapa está!, ¡Qué contento de verla!... , la sensación física que se produce es pulso acelerado, respiración acelerada, tensión en las mejillas, labios y ojos que expresan sonrisa…, la emoción sería la de Alegría y ésta impulsa a algunas acciones como: saltar, abrazarla…
Otro ejemplo, situación: un niño pequeño abre un regalo de cumpleaños y es justo lo que no quería ni esperaba. En nuestro pensamiento, lo primero que pasa por nuestra mente es ¡Qué horror!, ¡Vaya tela!, ¿Cómo dice que no le gusta?... , la sensación física que se produce es mala expresión de la cara, tensión en general, ganas de llorar, rabia…, la emoción sería la de Enfado y ésta impulsa a algunas acciones como: llorar, patalear…


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